viernes, 25 de enero de 2008

Integración europea

El proyecto común de integración europea basa sus principios de unión en postulados económicos, la idea de un mercado común que permitiera la libre circulación de mercancías por todo el territorio de la unión aparece desde sus propios principios fundacionales con el tratado del carbón y del acero.
Este ambicioso proyecto fue ampliándose y madurando a la vez que iba acogiendo nuevos socios, las sucesivas incorporaciones de países deseosos de beneficiarse de unas condiciones económicas provechosas ha ido configurando una unión que rebasa ampliamente las expectativas de los creadores del modelo. La incorporación del principio de la solidaridad y los fondos de la unión, ha permitido a países más atrasados embarcarse en la ambiciosa apuesta de futuro que constituye la unión europea. Ahora bien, en estos momentos nos encontramos en un momento de calma aparente, las últimas incorporaciones de Rumanía y Bulgaria ( para un total de veintisiete países ) ha vuelto a situar encima de la mesa las cuestiones económicas sobre la mesa, más allá de las culturales o identitarias.
Los antiguos países de la órbita comunista, que entraron en la unión con unas amplias expectativas de mejora económica, no han encontrado satisfechas sus aspiraciones, y en algunos países de relevancia como Polonia se ha despertado un cierto sentimiento de "eurofobia". Seguir adelante con las ampliaciones sin haber consolidado la situación de los actuales veintisiete países parece un tanto arriesgado. Las incoporaciones futuras ( Bosnia, Albania, Ucrania... ) supondría la entrada de nuevas necesidades y un nuevo esfuerzo para los grandes países de la unión, caso de Alemania, Italia, Francia... que deberían soportar el mayor peso económico; ocasionando probablemente uan pérdida de fondos para los nuevos países como Estonia o Lituania.
Una hipotética situación de crisis económica podría afectar decisivamente en el europeísmo de muchos de estos países, por lo que actualmente las autoridades de la unión son muy cuidadosas respecto a la incorporación de nuevos estados, si bien es un debate que no se puede retrasar indefinidamente.
En un ejercicio más propio de zapadores, los políticos europeos deben apuntalar los cimientos de la unión antes de que el puente construido entre todos no soporte la entrada de nuevos miembros y acabe cayendo. La cautela de las autoridades políticas en fechas recientes es perfectamente entendible ante la magnitud del proyecto a desarrollar. Un paso en falso podría provocar consecuencias tal vez irreparables.
El mayor y más ambicioso proyecto político iniciado en los últimos años debe mantenerse firme y estable, si quiere continuar sumando territorios y ciudadanos para la Unión Europea.

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